Gonzalo Valenzuela desembarcó en Argentina a principios de la década del 2000, en compañía de su amigo Benjamín Vicuña. Rápidamente conquistó los medios y protagonizó diversas producciones en la pantalla chica, el teatro y el cine y así su nombre adquirió notoriedad.
En esa estadía en el país, el chileno construyó una historia de amor preciosa con Juana Viale, con quien activó una pareja allá por 2005, cuando ambos eran muy jóvenes. La pareja creció a la par, compartieron todo tipo de experiencias, de la más diversa índole, como convertirse en padres y también surfear grandes crisis.
En definitiva, Gonzalo y la nieta de Mirtha Legrand agigantaron su familia y así trajeron a este mundo a Silvestre, que hoy tiene 13 años, y Alí, de 9. Además, en 2011, Valenzuela y Viale caminaron por una de las experiencias más complejas que puede existir.
Juanita estaba embarazada, con 36 semanas de gestación, y presintió que algo andaba mal con el bebé. Así se dirigieron a la clínica Trinidad de Palermo, donde le recomendaron una cesárea de urgencia. Lamentablemente, el pequeño Ringo no pudo superar el trance y falleció durante el parto.
Con valentía, y tratando de ponderar el amor, Juana y Manguera continuaron en pareja y apostaron a buscar otro retoño más. Así en 2012 brilló sus días con el nacimiento de Alí, el más pequeño de los tres herederos de esta binomio amoroso tan mediático.
No obstante, algo brotó de las entrañas de esa casa, de esa dinámica familiar. Cuando la nieta de Mirtha transitaba por los seis meses de embarazo cayó en las lentes de los paparazzis en una situación muy álgida. Las fotos se viralizaron con fuerza porque retrataban una relación clandestina con Martín Lousteau.
Las imágenes del interior de una camioneta, donde Viale y el economista se fundían en besos y abrazos hicieron mella en Valenzuela. Una herida tremenda, que nunca pudo sanar del todo. A pesar de semejante escándalo, el chileno continuó al lado de Juanita.
Hasta que en 2013 se produjo la separación definitiva, los dos entendieron que el sentimiento se había esfumado, que los errores de los comportamientos rompieron la confianza y así se sumergieron en caminos diferentes. Más allá de la infidelidad, Gonzalo nunca le perdonó otro accionar a Viale.
Según revelaron fuentes a MDZ, el verdadero motivo del divorcio se centró en una actitud polémica, y repudiable, de Juanita con respecto a la crianza de los niños. En una tensa discusión, Gonzalo le gritó a Viale: «Odio que no me dejes compartir todos los días de mi vida con mis hijos».